¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de diseñar productos alimentarios para el público infantil?
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Productos alimentarios para el público infantil: una oportunidad
La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves de nuestro siglo con un aumento de la prevalencia a un ritmo alarmante. A nivel nacional el 35% de los menores entre 8 y 16 años tienen exceso de peso, de ellos un 20,7% sufren sobrepeso, y un 14,2% obesidad, afectando en mayor medida a quienes viven en familias con un nivel socioeconómico más bajo.
Las niñas y niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir teniendo obesidad en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Las principales causas de esta situación son la escasa actividad física y una dieta inadecuada con ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables y necesarios.
Cada una de las diferentes etapas de la vida tiene unos requerimientos nutricionales diferentes y la infantil no es una excepción. La dieta debe adaptarse a la edad, al estilo de vida y las exigencias orgánicas y ambientales cada persona. Además, es importante adecuar el aporte de energía desde la edad más temprana, procurando evitar los excesos que, en muchos casos, son responsables de la obesidad en personas adultas.
Por todo ello, la conceptualización y desarrollo de productos alimentarios para el público infantil es una oportunidad que merece la pena considerar.
Requerimientos nutricionales del público infantil
Las necesidades nutricionales, establecidas por EFSA (European Food Safety Authority), OMS y FAO, dependerán de la edad, sexo y actividad, son expresadas como Valores Dietéticos de Referencia (VDR) y atienden a requerimiento energético, cantidades de macronutrientes, micronutrientes y fibra. Más detalladamente, se debe tener en cuenta las recomendaciones en cuanto a los porcentajes que cada macronutriente debe aportar al cómputo total de energía, así como el tipo de proteínas (animal/vegetal) o de hidratos de carbono (simples/complejos).
Respecto a las grasas, existen recomendaciones específicas en cuanto al tipo y porcentaje de cada tipo a incluir en función de la edad, y más específicamente respecto a las grasas poliinsaturadas, al colesterol y a las grasas trans.
En el caso de minerales y vitaminas, existen además recomendaciones más especificaciones como por ejemplo la ingesta adecuada (AI), que es el nivel medio de ingesta de un nutriente que se considera adecuado sobre la base de observaciones o experimentos o el término NM, que es el nivel probable más alto de ingesta diaria de un nutriente específico que no supone un riesgo para la salud en casi todos los individuos de una edad específica. Como ejemplo, en el caso del fósforo se ha detectado una ingesta por encima de la recomendada debido al alto consumo de productos procesados que usan fosfatos como aditivos, así como de refrescos carbonatados que contienen elevadas cantidades de ácido fosfórico. Un exceso de fósforo dificulta la correcta absorción y utilización del calcio, mineral determinante para el correcto crecimiento de niños y niñas, ya que durante la etapa infantil se desarrolla aproximadamente el 90% de la masa ósea que tendrá el adulto.
Otros aspectos a tener en cuenta en desarrollo de productos alimentarios para el público infantil
Momento de consumo
A la hora de diseñar un producto equilibrado también es importante tener en cuenta cual va a ser el momento de su consumo. Hacer cinco comidas al día es la recomendación para mantener una dieta equilibrada. Este patrón de alimentación en la infancia consiste en un tentempié a media mañana, la merienda y el desayuno, comida y cena. Respecto a estas ingestas también hay una recomendación general del reparto energético siendo del 20 % en el desayuno, 10-15% en el almuerzo de media mañana, 25-30 % en la comida, 10-15 % en la merienda y 25 % en la cena, evitándose en los posible las ingestas entre horas.
En cuanto a los momentos de consumo, también se debe tener en cuenta hábitos o tendencias en referencia al comportamiento infantil. Por ejemplo, los datos referentes al desayuno reflejan que el 10-15% de los niños y niñas comienzan su jornada escolar sin realizarlo y entre el 20-30% lo hacen de forma insuficiente respecto a la recomendación de los alimentos a incluir. En el almuerzo de media mañana abundan la bollería industrial, galletas y zumos azucarados en lugar de lácteos o fruta.
Caracterización de los ingredientes
A la hora de diseñar prototipos, por un lado, hay que valorar los requerimientos nutricionales para público infantil anteriormente citados, así como la utilización de ingredientes que aporten dichos requerimientos en la formulación, por lo que la caracterización inicial de cada uno de los ingredientes a incluir tiene una elevada importancia. Así mismo, conceptos como sabor, inclusión de ingredientes poco utilizados, comodidad de uso y público destino tienen un peso específico a la hora de formular.
Nuevas propuestas con buenas características organolépticas
En este sentido, un buen ejemplo sería el desarrollo de productos de galletería utilizado harinas de diferentes procedencias a la habitual, con características como que no contengan gluten, posean una alta concentración en proteína y den un bajo aporte en grasas saturadas. En esta línea se están consiguiendo prototipos muy interesantes, nutricionalmente equilibrados, sustituyendo las grasas por ingredientes más saludables y aportando unas buenas características organolépticas