Las prácticas agrícolas regenerativas reivindican que la salud del suelo está intrínsecamente ligada a la sostenibilidad del sistema alimentario, desde la calidad nutricional de las plantas y animales, hasta el futuro del planeta. Su objetivo es, por tanto, regenerar, estimular y mantener la fertilidad y biodiversidad de la tierra promoviendo un suelo que albergue una gran cantidad de vida y materia orgánica y que sea capaz de producir alimentos utilizando los recursos propios de la naturaleza.
Esto supone ventajas sobre el medio ambiente, pero el cambio hacia estas prácticas supone esfuerzo, tiempo y dinero para los agricultores. Si hubiese una clara preferencia hacia estos productos por parte de los consumidores, a las personas responsables de las explotaciones agrícolas les resultaría más sencillo hacer el cambio.
Con esta premisa, EIT Food Consumer Observatory llevó a cabo un estudio cualitativo para obtener información sobre cómo se percibe este tipo de agricultura, los elementos que resultan más atractivos y cómo puede ser más atractiva para los consumidores.
Aquí va un resumen con los principales descubrimientos.
Los consumidores no ven necesario cambiar las prácticas agrícolas actuales
La agricultura convencional (moderna) es vista con admiración por muchas personas, como una especie tesoro nacional del que sentirse orgullosos, y de la que obvian los aspectos negativos. Sin embargo, en caso de que tengan que comparar ambas prácticas, su visión de la agricultura tradicional se vuelve menos idealizada.
En cualquier caso, en general, el consumidor no se preocupa mucho por las prácticas agrícolas. Sin embargo, sí que les preocupa el uso de químicos y pesticidas. Esto se traduce en que, en un futuro, sí que puede haber una mayor demanda de productos provenientes de la agricultura regenerativa.
Existe confusión entre las prácticas agrícolas regenerativas y las orgánicas
Se entiende que para poder poner en marcha prácticas agrícolas regenerativas es necesario que se impulse la biodiversidad a través de la rotación de cultivos, que la contaminación por químicos se tiene que limitar y que los procesos han de ser lo más naturales posibles, incluyendo un uso limitado de maquinaria y dejando que los cultivos crezcan a un ritmo más lento, más natural.
Para muchas personas es complicado distinguir entre agricultura regenerativa y orgánica.
La salud y el sabor son los principales alicientes y posibles detonantes para consumir alimentos procedentes de la agricultura regenerativa
Quienes consumen productos orgánicos han experimentado de primera mano la mejora en el sabor de los productos orgánicos, por lo que se inclinan a pensar que aquellos producidos mediante prácticas regenerativas tendrán un perfil de sabor aún más concentrado.
Por otro lado, la mayoría de las personas a las que se encuestó tienen la convicción de que los productos procedentes de agricultura regenerativa son más sanos, ya que asumen que se producen sin químicos, pesticidas o fertilizantes artificiales y que cuentan con más nutrientes (vitaminas y minerales) dado que el suelo en el que se cultivan es más sano.
La falta de escala y los precios elevados son las principales objeciones a la agricultura regenerativa
Al pensar en la agricultura regenerativa, la mayoría tiene la errónea percepción de que solo es relevante y aplicable para las pequeñas explotaciones o granjas locales. Por consiguiente, muchos no están convencidos de que de que estas prácticas supondrán una mayor seguridad alimentaria.
Por otro lado, creen que los precios de este tipo de agricultura serán más elevados.
Tener en cuenta al sector agrícola es importante
Los consumidores tienen la sensación de que continuamente se culpa a los agricultores de los problemas medioambientales. Además, entienden que la transición hacia unas prácticas regenerativas (que, por otro lado, se consideran beneficiosas en el largo plazo), no deberían ser únicamente responsabilidad de los agricultores.