La confianza en la cadena alimentaria es vital para animar a la gente a comer de forma más sana y sostenible y es un elemento muy importante en la configuración de las tendencias. En este sentido, son muchas las iniciativas que se llevan a cabo para afianzarla, ya sean desde las empresas productoras, distribuidoras e incluso desde las propias instituciones.
Pero, ¿en qué se basa la confianza en la cadena alimentaria? El Instituto Europeo de Innovación Alimentaria (EIT Food), en el marco del proyecto EIT Food Trust4Food llevó a cabo una macroencuesta con diferentes formatos para responder a esta cuestión. Se dibujaron distintos perfiles por países, se configuró una definición de la confianza, tanto por país como a nivel europeo. A continuación, un resumen:
El perfil de la persona consumidora
Cuando hablamos de la persona consumidora en España, vemos que muestra preocupación por su dieta y, sobre todo, por garantizar un equilibrio en sus decisiones del día a día. Abunda la comida saludable si bien la mayoría admite consumir de forma ocasional todo tipo de alimentos, incluidos los procesados.
Las personas consumidoras en España acostumbran a tener en su nevera una mezcla de vegetales (tomates, lechuga, pimientos, repollo), frutas (naranjas, manzanas, peras), lácteos (leche, yogures, mantequilla, quesos) algunas salsas (kétchup, mayonesa, Tabasco), huevos, latas de conserva, carne y algunas bebidas como zumos, vino o cervezas.
Una comida típica combina vegetales con carne, pescado o legumbres, siendo consumidas varias veces a la semana. La pasta y el arroz son también muy apreciados y consumidos semanalmente.
El concepto de la confianza en España
Si hablamos de confianza, los productos frescos y naturales, como fruta, verduras o huevos son vistos como fiables mientras que, por el contrario, los alimentos procesados, por ejemplo, los productos preparados, con más de 5 ingredientes, muchos conservantes, potenciadores del sabor, espesantes, edulcorantes, azúcar y grasas saturadas no despiertan confianza.
Si nos centramos en el concepto, las respuestas en España tienden a relacionar la confianza con la seguridad y la transparencia. A nivel europeo, esta definición gira en torno a la confianza en la calidad, la salud, la seguridad, los altos estándares en la producción, un etiquetado veraz y la sostenibilidad del alimento. De forma más específica, quienes participaron en el estudio declararon que confían en la comida que preparan en casa, la que vende alguien a conocen bien, o marcas reconocidas. Por otro lado, se confía en los sistemas de control y en lo que aparece en los etiquetados. Por lo tanto, todos los argumentos muestran una gran demanda de información por parte de los actores de la cadena alimentaria para lograr una mayor confianza.
“La confianza es un estado mental que viene de saber que se cumplen tus expectativas respecto a algo, no falla, y que será exactamente lo que esperas o mejor. Sin sorpresas. Está relacionado con la honestidad y la integridad de la gente, la veracidad, el discurso, la creencia y la certeza.”