Ha llegado el momento de aprovechar plenamente el potencial de las algas como recurso renovable en Europa. Acontecimientos como la guerra en Ucrania, que afecta a la disponibilidad de fertilizantes, ingredientes de piensos y energía, ha hecho aún más acuciante la necesidad de garantizar la seguridad del suministro energético y de materias primas.
El crecimiento de la población mundial, el agotamiento de los recursos, las presiones medioambientales, el encarecimiento de las materias primas, el cambio climático… exigen que los sistemas alimentarios y económicos se aborden con un enfoque diferente, y en este sentido, el mar es una pieza clave.
El Pacto Verde Europeo, la Estrategia «De la Granja a la Mesa» y la Comunicación sobre la economía azul sostenible señalan el potencial de los alimentos marinos de acuicultura como fuente de proteínas tanto para seres humanos como para animales, lo que genera una huella de carbono reducida. La Estrategia «De la Granja a la Mesa» destaca el papel de las algas como fuente importante de proteínas alternativas para un sistema alimentario sostenible y para la seguridad alimentaria mundial. Y es que las algas tienen muchísimas ventajas.
Si bien es cierto que las propiedades y compuestos bioquímicos convierten a las algas en un material valioso para un número cada vez mayor de aplicaciones comerciales como piensos para animales o peces y aditivos para piensos, productos farmacéuticos, nutracéuticos, bioestimulantes, envases de origen biológico, cosméticos o biocombustibles y como prestadoras de servicios para el tratamiento depuración de aguas residuales, cada vez son más los estudios que hablan de sus ventajas a la hora de emplearlos en la formulación de productos alimentarios y, sobre todo, de cara al desarrollo y evolución de la industria plant based.
En cuanto a los nutrientes, las algas tienen bajo contenido de grasa y son ricas en fibras dietéticas, micronutrientes y compuestos bioactivos, por lo que a menudo se las presenta como un alimento saludable y bajo en calorías. Además, se sabe que algunas especies contienen una cantidad especialmente elevada de proteínas.
En entero, cocinar con ellas se va normalizando (prueba de ello son la cantidad de recetas que podemos encontrar en internet para integrarlas en nuestra dieta), y como ingrediente para otros productos también se están haciendo un hueco.
Un ejemplo: la compañía Sophie’s Bionutrients, en colaboración con el Instituto Tecnológico Danés, ha desarrollado un helado formulado sin leche, a partir de una proteína derivada del alga chlorella que cultivan en la propia empresa. Según apuntan, esta proteína aporta más vitamina B12 y hierro que la mayoría de alternativas plant based.
Todo esto sin contar los beneficios directamente relacionados con em medio ambiente, ya que se sabe que las algas también eliminan nutrientes de los ecosistemas acuáticos, reduciendo así la eutrofización. Además, cuando se cultivan en el mar, las algas marinas eliminan carbono, reduciendo así la acidificación de los océanos.
Por todo esto, merece la pena no perlas de vista.