No tenemos que salvar el Planeta, tenemos la responsabilidad de hacer un mundo mejor, más sostenible y saludable – Análisis de la Cumbre del Clima de Glasgow
Últimas noticias
Oarsoaldea avanza hacia un futuro más azul con la celebración de una nueva jornada técnica del Polo de Economía Azul
Tablas de mareas 2025
Ligera disminución sobre la media de biomasa de juveniles de anchoa, aunque superior a la registrada en las temporadas 2019, 2020 y 2021
ROGELIO POZO, director general de AZTI y GUILLEM CHUST, responsable del área de Cambio Climático en Océanos y Costas de AZTI
Tras una Cumbre del Clima de Glasgow con más expectativas que acuerdos relevantes, son muchas las incógnitas que quedan sobre cómo será la respuesta internacional a los retos climáticos a los que se enfrenta el planeta.
Rogelio Pozo y Guillem Chust analizan los acuerdos alcanzados.
Índice de contenidos
- La Cumbre del Clima ayuda a la concienciación global de la necesidad de cambio, pero no aborda en detalle cómo hacerlo.
- Los acuerdos son necesarios pero no son suficientes
- Abordar los retos climáticos no será posible sin la implicación de la ciudadanía y el apoyo de la ciencia
- Todas las cumbres suponen avances, aunque sean pequeños. La Cumbre del Clima de Glasgow, también
La Cumbre del Clima ayuda a la concienciación global de la necesidad de cambio, pero no aborda en detalle cómo hacerlo.
En el acuerdo entre los países de la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26) se expresa la alarma y preocupación por el hecho de que las actividades humanas hayan causado hasta la fecha alrededor de 1,1 °C de calentamiento global y que los impactos ya están afectando todas las regiones. Para afrontar este reto, el texto subraya la urgencia de aumentar la ambición y la acción en materia de mitigación, adaptación y financiación en esta crítica década.
En concreto, el acuerdo insta a los 196 estados participantes a revisar en un año sus objetivos de reducción de emisiones a 2030, con el fin de mantener el calentamiento global del planeta por debajo de 1,5ºC a 2ºC sobre los niveles preindustriales. El texto reconoce que, para lograrlo, es necesario que las emisiones globales disminuyan un 45% para 2030 y conseguir la neutralidad de carbono para mediados de siglo. Conseguir este objetivo requerirá cambios significativos en la sociedad, las personas, los negocios y los sistemas económicos. Cambios enormes en sí mismos y con grandes interdependencias. Para ello es necesario abordar grandes desafíos como son: la reforma y transformación de los sistemas de producción de alimentos; electrificar nuestras vidas; rediseñar los procesos productivos; descarbonizar los combustibles e impulsar la gestión y mercados del carbono.
Las cumbres cumplen un gran objetivo que es la concienciación global de la necesidad de cambio, pero no abordan en detalle cómo hacerlo. Transformar nuestra forma de vida, la manera en que producimos y consumimos implica en muchos casos nuevas tecnologías que todavía no existen o son muy caras. Todos estos aspectos son fundamentales y no se han tratado con la profundidad que requieren en la cumbre.
Los acuerdos son necesarios pero no son suficientes
Según el instituto Climate Action Tracker (CAT), si los acuerdos se cumplieran no sería suficiente para llegar a los objetivos mismos de la Cumbre. El CAT señala que, asumiendo el cumplimiento de todas las promesas de objetivos de Glasgow, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2030 seguirán siendo aproximadamente el doble de lo necesario para alcanzar el límite de 1,5 °C.
Según el acuerdo, los países desarrollados se comprometen a movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares anuales lo antes posible y hasta 2025 en apoyo de los países en desarrollo para la mitigación y la adaptación. En realidad, el acuerdo se lamenta de que esta cantidad anual no haya llegado ya tal y como se comprometieron en 2015 en el Acuerdo de París. En todo caso, habrá que ver si realmente este capital se traduce en reconvertir la industria energética en renovables, y esperemos que el desarrollo de dichas nuevas tecnologías “limpias” no se sustenten en la obtención de ciertos minerales que contaminan más que la extracción del combustible fósil. El desafío es realmente complejo. Para tener en cuenta que, además, la otra gran parte de la reducción de emisiones en los países desarrollados tampoco es real dado que se está sustentando por la compra de productos fabricados y transportados desde países a miles de kilómetros.
El reto demográfico no hace más que aumentar la urgencia. El incremento de la población y la huella ecológica que genera cada persona a lo largo de su vida incrementarán los efectos negativos sobre el cambio climático si no se producen acuerdos globales que permitan un desarrollo humano sostenible y saludables a nivel global. Si no se hace con esa visión no se conseguirá involucrar a todos los países en un desafío planetario.
Abordar los retos climáticos no será posible sin la implicación de la ciudadanía y el apoyo de la ciencia
Las personas sobrevaloramos los riesgos a corto plazo e infravaloramos los riesgos de medio y largo plazo. El acuerdo reconoce la emergencia climática y la necesidad de actuar lo antes posible, los riesgos son ciertos, la ciencia no puede definir con exactitud cuál será de todos los escenarios posibles será el más probable, pero en todos los casos las consecuencias para las personas serán graves. Una de las principales dificultades para afrontar los retos climáticos probablemente estará en que todos los países cumplan lo acordado. Abordar todos estos aspectos no es fácil y precisa de lideres transformadores, con capacidad de conseguir grandes acuerdos globales y trasladar a las personas que el estilo de vida actual no es sostenible. Todo este camino no será posible sin la implicación de los consumidores priorizando en la compra la elección de productos más sostenibles y el apoyo de la ciencia aportando innovaciones accesibles y fáciles de implementar.
Todas las cumbres suponen avances, aunque sean pequeños. La Cumbre del Clima de Glasgow, también
El acuerdo no es vinculante para los países firmantes, se limita a reconocer la emergencia climática, y solo “insta” a tomar medidas urgentes. Quizá por ello, la realidad nos muestra que ningún acuerdo internacional en las cumbres climáticas hasta la fecha ha logrado frenar el aumento en la concentración de CO2 atmosférico global. Sin embargo, todas las cumbres suponen avances, aunque sean pequeños, nos conciencia a todas las personas de la necesidad de cambio y se provocan cambios en las políticas públicas, en los instrumentos financieros, en las estrategias y en las prioridades de inversión de las empresas.
A modo de ejemplo y a nivel local en Euskadi se ha constituido esta misma semana el Foro Multiagente de Transición Social y Agenda 2030 que representa “la voluntad de colaborar para impulsar los Objetivos de desarrollo Sostenible como prioridad de país”, un buen ejemplo de los cambios necesarios para asumir entre todos retos globales. No tenemos que salvar el Planeta, tenemos la responsabilidad de hacer un mundo mejor sostenible y saludable, el compromiso de dejar un planeta decente a nuestros hijos.