ROGELIO POZO. CEO. AZTI

Según las proyecciones demográficas habrá que producir más alimentos en los próximos 50 años que en los últimos 500 años. Para alimentar a la población creciente se precisarán 1.250 millones de hectáreas de tierras fértiles, tres veces más de las actualmente disponibles, tierras que no existen.

El cambio climático supondrá alteraciones dramáticas en los ecosistemas terrestres y marinos, cambios en la producción primaria, aparición y sustitución por nuevas especies. Se generará una gran presión sobre los recursos naturales, especialmente, sobre el pescado capturado en estado salvaje y con un nivel de explotación en su rendimiento máximo sostenible.

El precio de las materias primas se encarecerá y el acceso a las mismas será estratégico, al mismo nivel que la energía. Esto provocará una política creciente de compra de tierras fértiles, derechos de pesca y compañías alimentarias por parte de países y compañías privadas para garantizar el suministro de alimentos. Se han comprado ya más de 20 millones de hectáreas, lo cual supone una extensión 30 veces mayor que Euskadi. Esta tendencia incrementará y es uno de los aspectos menos conocidos en la conflictiva geopolítica actual. Euskadi no es ajeno a estos movimientos y empresas vascas, especialmente, las punteras en tecnología, las que tengan productos de gran calidad y las que dominen el acceso a materias primas escasas, como el atún, serán objetivo de fondos de inversión y de empresas de los países asiáticos.

El acceso y control a la producción de alimentos está provocando fuertes concentraciones de multinacionales: hace pocos meses la UE aprobó la compra de Monsanto, fabricante estadounidense de transgénicos, por Bayer. Con esta operación nace el mayor fabricante de semillas y pesticidas del mundo, tendrá el control de cerca del 30% de la producción de semillas y junto a otras cuatro corporaciones alimentarias controlarán el 80%.

El mundo del futuro será urbano, los estilos de vida se homogenizan y las personas son más sedentarias, dedican menos tiempo a cocinar, más mujeres trabajando, más personas mayores que retrasan la jubilación y, más personas que trabajan desde casa o con horarios flexibles demandando más comidas preparadas (en el hogar y para consumir en el trabajo), y una comida para cada momento del día. La conveniencia y salud principales motivaciones de compra. La colaboración entre Salud y Alimentación se incrementará y será un binomio indisoluble.

Los cambios demográficos tienen gran importancia en la manera que producimos, distribuimos, comercializamos y consumimos los alimentos.

Hoy es un sistema poco eficiente y un tercio de la producción se desperdicia. Si el desperdicio alimentario fuera un país, sería después de China y EE.UU. el tercer país responsable en emisiones de gases con efecto invernadero. Las 20 mayores compañías lácteas y cárnicas del mundo producen tanto CO2 como todo Alemania. La producción y distribución de alimentos genera el 25 % de las emisiones de gases de efecto invernadero y utiliza el 70% del agua potable del mundo y tiene un gran impacto ecológico. La ONU ha impulsado 12 medidas para conseguir cambiar un sistema insostenible a medio plazo y responsable del 60 % de la perdida global de biodiversidad.

La alimentación es un sector con un importante peso en la economía del mundo. Con una facturación de 1.244 billones de euros es el mayor sector manufacturero de la UE y proporciona 44 millones de empleos. Se caracteriza por que el 99,1% de las empresas son pymes con un 63,3% de empleo en el sector y un 49,6% de facturación. En Euskadi representa el 10,6% del PIB y da empleo directo a 96.000 personas. Teniendo en cuenta que la materia prima supone entre el 60% y el 80% del precio de venta, si no se domina la cadena de suministro, las únicas palancas para competir son la eficiencia en los procesos y la diferenciación de los productos en valor añadido.

Euskadi es un país pequeño, sin recursos naturales, con poco control sobre la producción de materias primas, con una proporción del territorio de tierras cultivables pequeña y en condiciones orográficas poco favorables. La especialización, la innovación en su sentido más amplio (tecnológica y de mercado) y cooperar para competir bajo el concepto de cadena de valor será fundamental y garantía de éxito, ya que es ahí donde residen las fortalezas para posicionarnos a nivel global desde lo local, desde la producción de alimentos de calidad a la gastronomía de primer nivel mundial. Ello nos permitirá desarrollar un ecosistema atractivo para nuevos inversores, atraer empresas y ‘startups’, retener y atraer talento y capital.

A nivel europeo y de Euskadi, el volumen de consumidores se estanca, el número de ingestas dentro del hogar no crece y la marca de la distribución es la principal vía para llegar al mercado del retail. En consecuencia, la penetración es la única palanca para crecer y ofrecer más momentos de consumo al cliente, en definitiva, cubrir necesidades con soluciones de valor. Las tendencias apuntan a que el precio seguirá siendo un factor de ‘higiene’, sin embargo, también está creciendo la demanda de productos locales, de calidad, sostenibles y saludables. El 62% de los consumidores estamos dispuestos a pagar más por marcas y productos sostenibles y saludables. Es una oportunidad para crear nuevos productos, ser más eficientes y sostenibles, generar nueva actividad industrial, nuevos modelos de negocio y atraer inversión y turismo internacional a un ecosistema en alimentación como el que cuenta Euskadi, de referencia internacional hoy en día, pero con posibilidades de alcanzar un liderazgo todavía mayor.

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