5 consejos para ser un consumidor responsable
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NAGORE PICAZA. Experta en Inteligencia de Negocio. AZTI
Nosotros y nosotras, como personas consumidoras que somos, podemos aportar nuestro GRAN granito de arena en la reducción de la huella ambiental, la mejora del bienestar animal, en paliar las desigualdades sociales o en mejorar nuestro estado de bienestar y salud. ¿Cómo? A través de nuestros comportamientos y decisiones de consumo.
Según Euromonitor el 53% de las personas siente que puede marcar una diferencia en el mundo a través de sus decisiones y acciones. Necesitamos de una producción y un consumo más responsables que ayuden a transformar nuestro mundo, combatir el cambio climático y sus efectos o salvar la vida submarina (objetivos nº 12, 13 y 14 de Desarrollo Sostenible de la ONU).
Desde el mundo de la innovación se deberán abordar grandes desafíos como son reducir las emisiones y residuos a lo largo de la cadena de valor de la alimentación, la búsqueda de nuevas fuentes de proteína para hacer frente a la demanda mundial creciente de proteína o una mejor administración de los recursos. Toda iniciativa o innovación dirigida a reducir la huella ambiental será bienvenida. En estos momentos el foco está puesto en la lucha contra las basuras marinas o la lucha frente a las vergonzosas cifras de despilfarro alimentario. Un enfoque que debemos ir interiorizando y aplicando cada vez más, asociado a la economía circular, es el de considerar los residuos como recursos valioso, dándoles una segunda vida.
Los consumidores, a través de nuestros comportamientos y decisiones de consumo, podemos aportar también nuestro GRAN granito de arena en el desarrollo sostenible. Y es que, tal y como señala Oxfam Intermón << consumir es un gesto cotidiano que nos da la oportunidad de expresar, reivindicar o actuar socialmente de manera positiva>>.
Aquí os presentamos 5 consejos para un consumo más responsable, que esperamos os haga reflexionar antes de comprar o consumir:
(1) Reducir el desperdicio alimentario: todos a una tenemos que lograr reducir la cantidad de basura que generamos en los hogares y reciclar más para evitar que gran cantidad de los desperdicios terminen en el vertedero. Podemos planificar, por ejemplo, la compras (en especial de los productos frescos) mediante menús semanales lo que nos ayudará a gestionar mejor la comida para no tener que tirarla.
(2) Hacer un uso más racional del agua: se necesita la implicación de todos para hacer frente al gran derroche de agua que estamos soportando y que afecta negativamente a la sociedad y el planeta.
(3) Guerra al plástico y las toallitas: Los europeos generamos 25 millones de toneladas de residuos de plásticos cada año según la OCU. Si seguimos a este ritmo, para el año 2050 habrá más plásticos que peces en el mar. Tanto la Comisión europea como Naciones Unidas señalan que urge actuar cuanto antes para salvar los océanos. Deberíamos tratar de reducir al máximo el plástico de un solo uso o no biodegradable, evitando siempre que podamos el consumo de plástico innecesario: bolsas de la compra, pajitas para bebidas, agua embotellada, productos alimenticios excesivamente envasados, formatos monodosis, etc.
Además del plástico, debemos parar al monstruo de las toallitas húmedas, que según la OCU y en contra de lo que afirma su publicidad, no son desechables ni biodegradables y están generando un problema importante en las cañerías, sistemas de saneamiento y ponen en peligro nuestra salud y la del medio ambiente.
(4) Mayor consumo de productos locales y de temporada: comprando productos de proximidad apoyamos a los productores locales y acortamos los circuitos de comercialización. Consumiendo alimentos de temporada disfrutaremos al máximo de la calidad sensorial y nutricional de estos productos además de contribuir a generar una menor huella ambiental.
(5) Moderar el consumo de azúcares, grasas saturadas, sal y proteínas animales (con mayor ingesta de alimentos de origen vegetal): un consumo responsable no solamente implica respetar el medioambiente, el bienestar animal o la ética social. También implica que cada uno de nosotros y nosotras debamos responsabilizarnos de adquirir unos hábitos de consumo saludables para velar por nuestra salud individual, que repercutirá sin duda en el bienestar de las personas de nuestro entorno más cercano y de la sociedad en general.