El cambio climático provoca un cambio en la ruta migratoria de la pardela balear
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- Los datos recabados desde 2010 muestran que las aves están migrando más al norte
- Los resultados del estudio sugieren que la flexibilidad individual podría ayudar con los cambios de distribución fuera de la temporada de cría, pero todavía se desconocen las consecuencias del cambio climático para las aves durante la cría
- El estudio, liderado por las universidades de Oxford Liverpool, en colaboración con AZTI, IRBI, SEO/BirdLife y CNRS, ha sido publicado en la prestigiosa revista PNAS
Pasaia, 30 de enero de 2024. ¿Cómo están respondiendo los animales y sus poblaciones al cambio climático? Ésta es una de las grandes preguntas de nuestro tiempo. Muchas especies están mostrando cambios en sus rangos a medida que el ambiente se calienta, pero los mecanismos subyacentes, y particularmente la interacción entre los procesos de selección evolutiva y la flexibilidad individual, son menos entendidos. Esta semana en PNAS, biólogos de las Universidades de Oxford y Liverpool, junto con colaboradores españoles y franceses, entre los que se encuentra AZTI, muestran que la flexibilidad conductual individual está detrás de un rápido cambio en el rango migratorio de un ave marina de larga vida, la pardela balear (Puffinus mauretanicus).
La pardela balear se reproduce en rincones remotos de las Islas Baleares, donde están clasificadas como «en peligro crítico» debido a un rápido declive poblacional impulsado, en gran parte, por la captura incidental en pesquerías en el mar. Después de reproducirse, las aves migran fuera del Mediterráneo para pasar el verano principalmente en las costas atlánticas de España, Francia y, cada vez más, el Reino Unido. Personal científico del Departamento de Biología de Oxford y de la Escuela de Ciencias Ambientales de Liverpool, trabajando en colonias en Mallorca, junto con colaboradores en Ibiza (de AZTI, IRBI, SEO/BirdLife, CNRS), han estado rastreando estos movimientos migratorios durante casi una década utilizando dispositivos de geolocalización. Así, han podido identificar el efecto que la flexibilidad individual tiene en el cambio migratorio comparando las trayectorias de los mismos individuos marcados en distintos años.
Los equipos de investigación comenzaron a realizar el seguimiento de las pardelas en 2010, y desde esa fecha las aves han estado migrando más al norte una vez salen del Mediterráneo. Como apuntan los autores principales del estudio, Paddy Lewin y Joe Wynn: «Encontramos que el mejor predictor de este cambio fue la temperatura media de la superficie del mar en las áreas de distribución en verano, lo que sugiere que las aves pueden estar siguiendo cambios en los recursos marinos subyacentes. El hecho de que los individuos puedan ser tan flexibles ante el rápido cambio climático es alentador.»
«Aunque estas aves marinas pelágicas pueden viajar grandes distancias oceánicas para encontrar comida, están muy limitadas en dónde se reproducen, por lo que migrar más lejos significa que tienen más distancia para regresar en otoño. Lo que encontramos fue que los individuos aceleran su migración de regreso cuanto más al norte han ido, pero esto solo compensa parcialmente la distancia adicional y, aun así, llegan más tarde al Mediterráneo. Todavía no sabemos cómo estos retrasos pueden afectar a su reproducción o, incluso, su supervivencia.»
¿Cómo sabe la pardela balear lo lejos que está de casa cuando se dirige de regreso a la colonia?
Paddy Lewin y Joe Wynn se muestran fascinados por la base cognitiva de esta flexibilidad migratoria individual: «Comparamos las estimaciones de distancia de los diferentes tipos de mapas que las pardelas podrían usar para guiar sus decisiones migratorias. Lo que encontramos es que un recuerdo de viajes migratorios anteriores era un mejor predictor de la velocidad de regreso que una estimación de la distancia geográfica en línea recta de regreso a la colonia. Esto sugiere que las aves no confían en un mapa de navegación a gran escala en la migración, sino que tienen algún recuerdo de la ruta que han volado en el pasado.» A lo que Joe Wynn añade: «Es realmente interesante poder tomar una observación a nivel de población y ver cómo los movimientos individuales resultan en eso, y luego profundizar en los mecanismos de comportamiento que sustentan todo el sistema.»
Maite Louzao (investigadora en AZTI y colaboradora también del trabajo publicado en PNAS) explica que ‘la pardela balear es una de las especies de aves marinas que se puede observar en el golfo de Bizkaia, y cuya distribución y abundancia estudiamos en el equipo de megafauna marina desde 2013 en las campañas multidisciplinares que realiza AZTI para caracterizar y evaluar los ecosistemas marinos como BIOMAN y JUVENA”. La experta señala que gracias a la colaboración entre equipos de investigación y la implementación de programas de seguimiento a largo plazo han podido avanzar en el conocimiento de la plasticidad de las rutas migratorias de la especie de ave marinas más amenazada de Europa, en un ambiente tan cambiante como el ecosistema marino.
Las pardelas baleares pertenecen a uno de los grupos de aves más amenazados del planeta, hasta el punto de estar en peligro de extinción. Otro de los colaboradores del proyecto, Pep Arcos de SEO/Birdlife, comenta que ‘además de las amenazas directas tanto en tierra (depredación por especies exóticas, degradación del hábitat) como en el mar (captura incidental en pesquerías, sobrepesca, contaminación, desarrollo de parques eólicos), la creciente amenaza del cambio climático representa un desafío para una especie que se reproduce en un hábitat tan restringido. Los resultados de este estudio sugieren que la flexibilidad individual podría ayudar con los cambios de distribución impulsados por el cambio climático fuera de la temporada de cría, pero todavía está abierta la pregunta sobre cuáles podrían ser las consecuencias del cambio climático para las aves durante la cría, cuando sus movimientos están limitados por la ubicación de la colonia’.»
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